Muchos comerciantes mexicanos, aprovechando la gran demanda que tenía el órgano de boca, crearon su propia marca y mandaron a troquelarlos a una fábrica alemana ( posiblemente la de Max Spranger ) qué competía con Hohner que era la mejor.
A diferencia de las Hohner que tenían un perfecto control de calidad, en las de "batalla" todas eran iguales, lo único que cambiaba era la tapa con distinta marca. Sonido aceptable.
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